Nataniel permaneció inmóvil. Había
visto que el pálido rostro de cera de Olimpia
no tenía ojos, y que en su lugar había unas negras cavidades: era una muñeca sin vida.
no tenía ojos, y que en su lugar había unas negras cavidades: era una muñeca sin vida.
El hombre de arena. E.T.A. Hoffmann, 1816
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