El Yasí Yateré arrastra a los chicos a la selva profunda tocando un silbato mágico. A veces juega con ellos mientras los alimenta con miel y frutas durante días. Cuando se cansa los suelta o los ata a un árbol, no sin antes besarlos o lamerlos para dejarlos sordomudos. Otras veces prefiere ahogarlos en el río. Se lo ha visto con aspecto aniñado y otras veces con barba, anda siempre desnudo, tiene el pelo dorado y una penetrante mirada de ojitos azules. Si lográs convidarle aguardiente y quitarle su preciado bastón de oro se vuelve inofensivo y se pone a llorar.
El Curupí es un sensual enano vigoroso que vive en la selva guaraní. Sólo baja del monte
para enlazar y raptar mujeres vírgenes valiéndose del pito gigante que lleva enrollado en su cintura. Para escapar de él alcanza con subir rápidamente a un árbol, ya que sus cortas piernas carecen de articulaciones y le imposibilitan trepar. Además, sus pies están dados vuelta para despistar a los humanos que intenten perseguirlo. Es antropófago, y los hijitos de las mujeres violadas por él mueren de una extraña enfermedad a los siete días de haber nacido.
El Tío es un espiritu que reina en el inframundo. Es venerado en las minas de Bolivia y el noroeste argentino. Protege de catástrofes e ilumina las mejores vetas a los mineros que le dejan tabaco, aguardiente, hojas de coca u otras ofrendas en sus altares, pero castiga con terribles desgracias y miseria a los que lo ignoran. Se sacrifica una llama blanca para homenajearlo y se riegan las herramientas y los altares con su sangre
El Ekeko es un espiritu de la abundancia del altiplano andino. Se lo representa como un hombre blancoide de finos bigotes, sonriente, bajito y gordinflón, que lleva su ropa repleta de bultos colgantes y luce como ofrenda un cigarro encendido en su boca. Se cree que fue un Dios de las culturas prehispánicas a quien aymaras e incas adoptaron como símbolo de fertilidad y buena fortuna. La Iglesia católica intentó erradicar su mito, logrando apenas cambiar su aspecto de indígena a mestizo.
El Pombero es un
espíritu de la mitología guaraní. Es feísimo y puede ser muy maligno, pero también
beneficiar con grandes ventajas a aquellos que le dejen en la selva, ininterrumpidamente
durante 30 días, caña, tabaco negro o miel. Suele merodear a las mujeres
embarazadas creyendo que es el padre de la criatura por nacer, y ha embarazado
a muchas con sólo tocarlas. Lo pone furioso que se silbe durante las noches, y no
se debe, bajo ninguna circunstancia, decir su nombre en voz alta. Se lo ha
visto aparecer bajo la forma de un asno sin cabeza.
Coquena vive en los
cerros del noroeste argentino y tiene ojos de puma. Es un espiritu protector de
las vicuñas y de los guanacos. Usa chujllo, poncho y sandalias, y suele decorar
su cuello con serpientes. A veces aparece bajo la forma de un guanaco blanco gigante
o uno de fuego, y puede convertirse en viento para desaparecer. Una de sus
manos es de lana para acariciar con suavidad a los animales de sus manadas. Con
la otra, de plomo, castiga con furia a los humanos que cacen hembras, chulengos
o que no se coman a sus presas.
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